Doc. 1 Extracto del discurso del presidente de los Estados Unidos ante el Congreso, el 8 de enero de 1918
"Lo que nosotros pedimos en esta guerra no es, pues, ningún provecho que nos beneficie a nosotros solos. El mundo debe ordenarse de manera que la vida en él esté asegurada; particularmente queremos que los pueblos que, como nosotros, aman la paz y quieren vivir su propia vida y desean decidir por si mismo su propia constitución, permanezcan intactos y puedan esperar de los otros pueblos justicia y respeto. Esos pueblos tiene que estar asegurados contra agresiones violentas y egoístas. Todos los pueblos del mundo tienen el mismo interés que nosotros en esta reclamación. Por lo que a nosotros se refiere, vemos claramente que mientras no se haga justicia a los demás pueblos, no podrá hacérsenos justicia tampoco a nosotros. Nuestro programa es pues el programa de la paz mundial, que a nuestro juicio es la única posible, y se compone de los siguientes puntos:
1. Todos los tratados de paz son públicos y se conciertan públicamente, y después de esos tratados no pueden concertarse ningunos acuerdos internacionales secretos de ninguna especie. La diplomacia debe ser siempre abierta y llevarse ante la publicidad del mundo entero.
2. Completa libertad de navegación en el mar fuera de las aguas territoriales, y tanto en paz como en guerra, con excepción de aquellos mares que, en todo o en parte, se hayan cerrado por acuerdo internacional con el fin de ejecutar tratados internacionales.
3. La mayor eliminación posible de todas las barreras económicas y el establecimiento de la igualdad en las relaciones comerciales entre aquellas naciones que se adhieran a la paz y se unan para su mantenimiento.
4. Garantías mutuas adecuadas para reducir los armamentos de cada país al mínimo compatible con la seguridad interior.
5. Libre, magnánima y absolutamente imparcial renuncia a todas las pretensiones coloniales. Esta renuncia se fundará en el estricto respeto al principio de que, al resolver sobre tales cuestiones de soberanía, los intereses de los pueblos alcanzados tendrán igual peso e importancia que las justificadas pretensiones de los gobiernos cuya pretensión jurídica se trate de fijar.
6. Evacuación de todo el territorio ruso y regulación de todas las cuestiones referentes a Rusia, de tal modo que asegure la mejor y más libre colaboración de los restantes pueblos de la tierra para dar a Rusia la posibilidad de lograr, sin obstáculos y sin errores, una resolución independiente sobre su propia evolución política y nacional y para asegurar a Rusia una recepción sincera en la Sociedad de las Naciones libres, con instituciones políticas elegidas por ella misma; y además toda clase de apoyos que necesite y desee. El trato que Rusia reciba por parte de las naciones hermanas en los meses venideros, será la piedra de toque que aquilate su voluntad, su comprensión para las necesidades rusas, por diferentes que éstas sean de las que sienten las demás naciones; será también testimonio de su simpatía comprensiva y altruista.
7. Bélgica debe -y en esto, coincide el mundo entero- ser evacuada y restaurada, sin que nunca se Intente por nadie limitar su soberanía, de la que disfruta por igual modo que todas las demás naciones libres. Ningún acto contribuirá tanto como éste a restablecer entre los pueblos la confianza en las leyes, que ellos mismos se han dado para regular sus mutuas relaciones. Si esta restauración no se llevase a cabo, quedaría menoscabado para siempre el vínculo del Derecho internacional.
8. Toda la región francesa debe ser evacuada, y las partes que han sufrido la guerra deben ser restauradas. La injusticia que Prusia cometió en el año 1871 para con la nación francesa en lo referente a Alsacia y Lorena, esa injusticia que desde hace casi cincuenta años ha puesto en peligro la paz del mundo, debe ser reparada para que pueda restaurarse la paz en el interés de todos.
9. La rectificación de las fronteras italianas debe acometerse según las líneas de separación que claramente circunscriben las nacionalidades.
10. A los pueblos de Austria-Hungría, cuyo puesto deseamos asegurar entre las demás naciones, debe dárseles la primera ocasión favorable para su desenvolvimiento autonómico.
11. Rumanía, Servia y Montenegro deben ser evacuados y las regiones ocupadas deben ser restauradas. Servia debe recibir un acceso libre y seguro al mar; las relaciones mutuas entre los Estados Balcánicos deben determinarse por tráfico amistoso, conformemente a las líneas fundamentales históricas de común pertenencia y nacionalidad; garantías internacionales deben ser creadas para la independencia política y económica y para la intangibilidad territorial de los distintos Estados Balcánicos.
12. Para las partes turcas del actual imperio osmanlí debe asegurarse una independencia absoluta; pero las otras nacionalidades que actualmente se hallan bajo la dominación turca deben tener su vida absolutamente asegurada y debe permitírsele un desarrollo completo autonómico, sin el menor obstáculo. Los Dardanelos deben abrirse permanentemente al Ubre paso bajo garantías internacionales para los barcos mercantes de todas las naciones.
13. Debe crearse un Estado polaco independiente que comprenda todas las regiones habitadas por población indiscutiblemente polaca; debe proporcionársele libre y seguro acceso al mar; por tratado internacional quedará garantizada la independencia política y económica y la intangibilidad territorial del nuevo Estado.
14. Debe crearse por conciertos particulares una unión general de las naciones, de suerte que se establezca una seguridad mutua para la independencia política y la intangibilidad territorial de las naciones grandes y pequeñas."
Mensaje del presidente Wilson al Congreso, 8 de enero de 1918
Doc. 2 Fotogrfía de un mitin del American First Commitee celebrado en 1941
"Traducción del texto: « Salvaguardad
a nuestros hijos. No a los envíos [de
armamento hacia Europa]. No a la guerra. No a la muerte de soldados americanos.
Uníos al American First Commitee. Ayudadnos
en nuestro combate.” Nota: El “American
First Commitee” se funda en 1940 para oponerse a la hipótesis de la entrada
en guerra de los Estados Unidos. Este grupo de presión organiza numerosos mítines
y llegará a contar con 800 000 miembros.
Fuente : Members of the America
First Committee protesting against US participation in WWII, 1941 (b/w photo),
German Photographer (20th Century) / © SZ Photo / Scherl / The Bridgeman Art
Library
Introducción
Hoy en día los Estados Unidos son
la primera potencia mundial y tienen la imagen de que no dudan en intervenir en
cualquier parte del mundo para defender sus intereses. Esta imagen de “policías
del mundo” (en el mejor caso) o de “bombero pirómano” (en el peor) debe ser
matizado desde el punto de vista histórico, pues se ha forjado durante los mandatos
intervencionistas de G. Bush Jr., que sólo se inscriben en la línea de los que
le han precedido de una manera parcial.
En efecto, la historia de los
Estados Unidos y de su política extranjera
es más bien la de una larga oposición, jamás resuelta, entre dos campos
distintos. De un lado, los partidarios del aislamiento piensan que los Estados
Unidos no tienen nada que ganar ocupándose de los asuntos de los demás. Por
otra parte, los intervencionistas estiman que más vale prevenir que curar y que
es preferible intervenir que dejar que
una situación se envenene. Esta oposición histórica la que se manifiesta en un
primer momento en los documentos. El documento 1 se refiere a un discurso (es
un fragmento del mismo) que el presidente Wilson pronunció, después de haber
decidido, casi al final del conflicto, la
intervención de su país en la Primera Guerra mundial. En él, Wilson fija sus
objetivos para el establecimiento de unas relaciones internacionales basadas en
el apaciguamiento. El documento 2 es una fotografía tomada en 1941, en los
inicios de la Segunda Guerra mundial, con ocasión de un mitin del American
First Commitee, que se opone a la
entrada en guerra de los Estados Unidos. Aunque la fecha exacta del mitin no aparezca,
se puede pensar que se celebrara antes del ataque japonés sobre Pearl
Harbor, el 7 de diciembre de 1941.
Con la ayuda del primer documento,
analizaremos los argumentos del mayor teórico del intervencionismo americano del siglo XX: W. Wilson. Después,
con la ayuda del segundo, veremos los razonamientos del campo opuesto, los aislacionistas
I. Woodrow Wilson: un partidario
del intervencionismo
La guerra de 1914-1918 es durante
los primeros años una guerra fundamentalmente europea, aunque las colonias participen
más o menos directamente. Sólo con la entrada de los Estados Unidos, en 1917, el conflicto adquiere una dimensión
planetaria. La decisión de meter a su país en la guerra es tomada por el
presidente Woodrow Wilson, respondiendo a su concepción del papel que los
Estados Unidos debían jugar en el mundo, y que rompía la tradición
aislacionista instaurada por sus predecesores.
Estos, después de Monroe en el siglo XIX, odían concebir el principio de
intervención en el extranjero, pero a
condición que quedara en los límite de
continente americano. Enviando a
las topas a Europa, Wilson, opera un vuelco en la estrategia americana. Es
preciso conocer que, cuando pronuncia su discurso en el Senado en enero de 1918,
está lejos de tener un auditorio favorable y que debe convencerle de su
posición con argumentos bien fundados. En
14 puntos, resume su posición de un mundo nuevo: “lo que deseamos es que el
mundo sea un lugar seguro donde se pueda vivir.” Una palabra, una idea impregna
el conjunto de su programa: la libertad. Reclama, en efecto, la libertad
absoluta de navegación sobre los mares”, la libertad de comercio mediante la “supresión
de todas las barreras económicas”, pero sobre todo la libertad de los pueblos a
elegir su destino (principio de las nacionalidades). Hace una llamada a crear
una “Sociedad de Naciones” – y es aquí por lo que el discursos pasa a la
posteridad- cuyo objetivo será garantizar la seguridad y la integridad de los
Estados miembros. Quiere, así, acabar con las guerras de agresión en las que las
grandes potencias se aprovechan de la debilidad de las más pequeñas para
intentar conquistarlas. Es por una diplomacia de consenso, pública (alusión a
los acuerdos secretos concluidos entre los Estados que so desconocidos por los
demás y que han favorecido la guerra). Aquí se constata el fuerte idealismo del
programa de Wilson. Sin embargo, no llegará a convencer a los congresistas americanos y si la Sociedad
de Naciones llega a ver el día, los Estados Unidos, que han sido sus promotores,
no participarán en ella, lo que explica, en parte su fracaso.
II. La persistencia de una fuerte
corriente aislacionista.
El documento 2, que es una fotografía de da cuenta de un mitin
del American First Commitee, celebrado
en 1941, permite comprender el rechazo de los Estados Unidos a formar parte de
la SDN. Este comité, creado en 1940, da fe de la existencia de una antigua corriente de pensamiento,
profundamente enraizada en la opinión pública americana: el aislacionismo. Para
sus partidarios, los Estados Unidos no
deben mezclarse en los problemas del mundo. Esta posición parece llevada aquí
al extremo, puesto que los militantes no se oponen a una intervención militar, sino
que están en contra del envío de armas a
los combatientes europeos. En efecto, la ley de Préstamo y arriendo, adoptada
en mayo de 1941, permite a los Estados Unidos proporcionar armas a los países aliados. Para los
oponentes a esta ley, la guerra que ha
comenzado en Europa en 1939, sólo debe ser asunto de los europeos, y no hay
ninguna razón para que los Estados Unidos se comprometan en ella. Para ellos “América es
lo primero” (America First ) y los intereses de los otros países son secundarios.
El American First Commitee tiene un
gran peso entre los lobbies americanos. Estos lobbies reúnen cientos de miles,
por no decir millones, de miembros y son suficientemente poderosos para hacer
presión sobre congresistas e influir sobre las decisiones políticas. Hace falta
precisar que estas posiciones intransigentes pueden tener sus límites. El ataque japonés a
la base americana de Pearl Harbor, diciembre de 1941, obliga finalmente a los
Estados Unidos a entrar en la guerra. Esta situación nueva, a pesar de lo que
piensen los aislacionistas, demuestra que, en adelante, los Estados Unidos, no
pueden desinteresarse de los asuntos del mundo, puesto que estos terminan
siempre, de una manera o de otra, por afectarles.
Conclusión
A través de estos dos documentos
relativos a la dos guerras mundiales del siglo XX, en las que los Estados Unidos
se han encontrado involucrado, se ve que el asunto de la política exterior del
país nunca ha terminado de debatirse, como lo atestiguan recientemente las
actitudes contradictorias de Georges Bush Jr., muy intervencionista (Afganistán e Irak, entre 2001 y 2003) y del presidente
Obama, mucho alternan una y otra postura
y fluctúan según la situación internacional.